En nuestro mundo del espectáculo hay dos tipos de empresarios artísticos.
Los que creen en el talento de los artistas dominicanos y aquellos que prefieren orientar sus actividades solo hacia las figuras extranjeras.
Deberían ser los primeros los que gozaran en el medio del mayor apoyo y comprensión debido a que sin su trabajo, esfuerzo e inversión en los nuestros la clase artística criolla estuviera muy de capa caída.
En modo alguno pretendemos que se vea a los que solo se dedican a contratar artistas extranjeros como si estuvieran hacienda una actividad pecaminosa, porque esa no es la idea ni el sentir de lo que decimos.
Ellos también cumplen un rol importante , pues con las carteleras que producen satisfacen las necesidades de un amplio conglomerado que consume y disfruta a grandes figuras del espectáculo internacional.
Y es natural que al tratarse de atracciones internacionales conciten el interés del gran público y de los grandes patrocinadores.
No se debe, sin embargo ignorar y darle de lado a quienes en la mayoría de los casos, en posición de desventaja, cargan sobre sus hombros la responsabilidad de sustentar a los valores criollos.
Ello a propósito de que en algunos medios solo hay ojos para todo lo que llega con la etiqueta de fuera, olvidando que el apoyo a nuestro arte, forma parte de la responsabilidad social de todo comunicador consciente de sus deberes y obligaciones profesionales y morale