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Fama a golpe de portada

La imagen de un famoso se forja a golpe de una portada. Si es provocadora o glamorosa se convierte en una parada obligatoria en la carrera de cualquier actor, modelo o personaje público, mientras que un robado desafortunado puede ser un borrón en una trayectoria impecable. Demi Moore desnuda y embarazada para Vanity Fair es un ejemplo de portada que se convirtió en un hito de la historia editorial, pero también, del lado opuesto, Kate Moss consumiendo droga.

La imagen, los proyectos profesionales o la filantropía son factores que forjan la imagen de un personaje público, un apartado en el que las portadas de revistas son una parada obligatoria para toda celebrity que se aprecie. Ricky Martin la utilizó para dar a conocer a sus hijos, Demi Moore demostró que una mujer mantiene su belleza durante el embarazo y John Lennon para declarar su amor a los cuatro vientos por Yoko Ono horas antes de su muerte.

Da igual que sean revistas de moda, corazón o tendencias, el mundo editorial es uno de los canales de comunicación favoritos de los famosos para contar una exclusiva, mostrar un cambio de imagen o simplemente aparecer guapo.

Embarazadas y en portada
Una mujer desnuda y embarazada de siete meses puede parecer hoy una imagen inofensiva, pero en 1991, cuando Demi Moore apareció así en la portada de Vanity Fair, corrieron ríos de tinta.
Los detractores decían que una mujer en estado de buena esperanza no podía mostrarse en una actitud evidentemente sexual, mientras que otros vieron en la fotografía, tomada por Annie Leibovitz, un símbolo de empoderamiento femenino.

Independientemente de ello, lo cierto es que creó tendencia. Años después muchas otras celebridades han protagonizado portadas con la misma pose: Jessica Simpson, Claudia Schiffer, Mariah Carey, Mónica Belluci, Britney Spears o Cindy Crawford completan una lista en la que la protagonista de “Ghost” fue punta de lanza.

La puerta de la intimidad
En el apartado de “celebrities” que aprovechan las revistas para abrir la puerta a su intimidad, la portada más importante de la historia no ha sido la de una gran exclusiva, sino la imagen de John Lennon desnudo abrazando a Yoko Ono en su piso de Nueva York, pocas horas antes de morir.

Esta instantánea fue portada de Rolling Stone en 1980 y ha sido calificada, no tanto por lo que cuenta, sino por el momento tan especial en que fue tomada, como la Mejor Portada de la Historia por la Asociación Americana de Editores.

Ricky Martin escogió en cambio a Vanity Fair para presentar al mundo a sus hijos, los pequeños Valentino y Matteo, quien en las fotografías del reportaje interior también estaban acompañados por Carlos González, pareja sentimental del cantante de “Livin' la vida loca”.

La portada, en este caso exclusiva, también fue el modo en que “Brangelina”, tándem formado por Brad Pitt y Angelina Jolie, mostraron al mundo a Siloh, su primera hija biológica; y de igual modo procedieron Katie Holmes y Tom Cruise con Suri, quien ahora también ocupa portadas pero más bien por sus estilismos.

Glamour no
Todas estas portadas han servido para aumentar, mejorar o acercar la imagen de los personajes públicos en cuestión, pero en determinadas ocasiones las primeras páginas de las revistas pueden suponer un escollo o un borrón en un currículum.

Ha sido el caso de la portada del Daily Mirror, en la que aparecía Kate Moss manipulando y consumiendo lo que parecía cocaína, según indicaba la cabecera inglesa, en una fotografía que dio la vuelta al mundo y trajo a primera línea el debate sobre si las modelos debían de dar ejemplo por la trascendencia de su imagen.
Junto a las actitudes desafortunadas, los desnudos robados son las portadas que todo personaje público trata de evitar. La última y más sonada ha sido la de Catalina de Cambridge, otrora Kate Middleton, con un robado suyo en topless publicado por varias revistas europeas.

Mientras los duques de Cambridge barajan llevar el caso a los tribunales, la mayoría de los famosos pillados en esta actitud tratan de pasar el mal trago lo mejor posible, como fue el caso del Príncipe Harry en una fiesta en Las Vegas, quien no dijo ni esta boca es mía.

Robadas o preparadas, glamorosas o impactantes, lo cierto es que una buena portada tiene el don de aupar la más sosa de la carreras, legar una imagen para la posteridad o abrir las puertas de la tan ansiada intimidad de las “celebrities” a través de una sola imagen. Agencias

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