Hay que chequear
Las autoridades a las que corresponda, deben chequear bien e indagar a fondo antes de dar su informe final sobre lo que aconteció hace pocos días en un depósito de materiales de construcción del Instituto Nacional de la Vivienda en las cercanías de San Luis. En principio se dijo, y es la versión que se ha mantenido como oficial, que desaprensivos constituidos en turba penetraron al depósito y cargaron con todo lo que allí había, desmantelándolo. Pero por el lugar corre otra versión del acontecimiento: Los vecinos aseguran que el depósito estaba vacío desde hace algún tiempo, porque supuestamente, militares de diversos rangos y alegados funcionarios del INVI habrían cargado con todo, en acciones ejecutadas principalmente en horarios nocturnos. Hasta ahí, la versión de la vecindad, que debe ser investigada. Ahora bien, lo que no tiene justificación en modo alguno es que, amparados en que por más de una vez pusieron la situación en conocimiento de ciertas instancias del INVI “pero no nos pusieron atención”, la gente del lugar se decidió por desmantelar por su cuenta la edificación para tomar la madera y el zinc de la estructura. Una cosa no justifica la otra...
De la vía pública
Aquí ocurren tantas cosas inverosímiles, que a veces hay que pellizcarse para reconfirmar que estamos despiertos, que es realidad nuestro entorno. Hace tiempo que se de “dirigentes” choferiles que no tienen licencia para conducir, que hasta “se han quemado” en el exámen práctico. ¡Pero qué bien les ha ido económicamente en su rol de “líderes” del sector!. Ayer, me enteré que uno de los más levantiscos y radicales de esos “dirigentes”, considerado –al igual que sus colegas- todo un empresario del transporte, tiene como una de sus principales fuentes de ingresos una empresa de la vía pública, para así decirlo: Es dueño de la ruta de concho de la avenida Winston Churchill y todo el que transporta pasajeros por allí tiene que pagarle su cuota, es decir, un peaje. ¡Qué bueno. ¿Eeeh..?!
Las autoridades a las que corresponda, deben chequear bien e indagar a fondo antes de dar su informe final sobre lo que aconteció hace pocos días en un depósito de materiales de construcción del Instituto Nacional de la Vivienda en las cercanías de San Luis. En principio se dijo, y es la versión que se ha mantenido como oficial, que desaprensivos constituidos en turba penetraron al depósito y cargaron con todo lo que allí había, desmantelándolo. Pero por el lugar corre otra versión del acontecimiento: Los vecinos aseguran que el depósito estaba vacío desde hace algún tiempo, porque supuestamente, militares de diversos rangos y alegados funcionarios del INVI habrían cargado con todo, en acciones ejecutadas principalmente en horarios nocturnos. Hasta ahí, la versión de la vecindad, que debe ser investigada. Ahora bien, lo que no tiene justificación en modo alguno es que, amparados en que por más de una vez pusieron la situación en conocimiento de ciertas instancias del INVI “pero no nos pusieron atención”, la gente del lugar se decidió por desmantelar por su cuenta la edificación para tomar la madera y el zinc de la estructura. Una cosa no justifica la otra...
De la vía pública
Aquí ocurren tantas cosas inverosímiles, que a veces hay que pellizcarse para reconfirmar que estamos despiertos, que es realidad nuestro entorno. Hace tiempo que se de “dirigentes” choferiles que no tienen licencia para conducir, que hasta “se han quemado” en el exámen práctico. ¡Pero qué bien les ha ido económicamente en su rol de “líderes” del sector!. Ayer, me enteré que uno de los más levantiscos y radicales de esos “dirigentes”, considerado –al igual que sus colegas- todo un empresario del transporte, tiene como una de sus principales fuentes de ingresos una empresa de la vía pública, para así decirlo: Es dueño de la ruta de concho de la avenida Winston Churchill y todo el que transporta pasajeros por allí tiene que pagarle su cuota, es decir, un peaje. ¡Qué bueno. ¿Eeeh..?!
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