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''ESTO SE JODIÓ'' Se alquila escritor, para cartas de amor, tareas y muchas cosas mas,





Los portales de Santo Domingo, en el Centro Histórico de la Ciudad de México se encuentran recién remozados. Mientras uno camina en ellos, decenas de personas lo abordan: "¿Quiere facturas? ¿Busca un título profesional? Pregunte sin compromiso", "Invitaciones para boda, XV años, bautizos, presentaciones, ¿qué es lo que buscaba, damita?"


A pesar de los años, hay una tradición que persiste. Son los escribanos, quienes, a pesar del uso de las computadoras, siguen siendo utilizados por no sólo por aquellas personas que necesitan redactar documentos legales, tésis o tareas, sino por quienes necesitan de ayuda para escribir una carta de amor.

Don José Edid González tiene 71 años, de los cuales ha pasado 45 en la Plaza de Santo Domingo. Su escritorio está desvencijado y lleno de papeles. A diferencia de las de otros escribanos que ocupan la plaza, la  máquina de escribir de Don José es aún mecánica. De color verde turquesa y ya destartalada por el paso del tiempo, ostenta la marca Hermes, nombre del dios mensajero, de los oradores y los poetas. La misma labor que él desempeña día tras día: comunicar, expresar, acercar.

"Aprendí a escribir por la necesidad, mija", dice con tono amable."Mi familia decía que me hubiera dedicado a plomero, o a albañil, porque teníamos vecinos que se dedicaban a eso y ganaban más dinero".
Ahora, aunque sus hijos se encargan de ayudarlo económicamente, él se aferra a su trabajo: "Estoy aquí porque quiero sentirme útil. Antes escribía más rápido, pero ahora la artritis no me deja". Los trabajos que realiza se cotizan entre los 150 y los 800 pesos.


 Cupido por unos pesos...

Las cartas de amor por encargo son una de las labores que los escribanos solían realizar con mucha frecuencia. Pero escribirlas no es un trabajo sencillo. Al menos para Don José, es un proceso complicado, que requiere de tiempo y sobre todo, ponerse en el lugar del otro: “Para escribirle a alguien una carta de amor, necesito entender sus sentimientos, que son algo subjetivo. Después, tengo que trasladarlos a mi sentimientos, ponerme en el lugar de quien me está encargando la carta. Si coincidimos, entonces se hace la carta de amor”, platica, mientras no despega la vista del texto que está transcribiendo. Tal vez por eso es que su descripción suena tan confusa.

“Podría decir que hasta puedo identificar si una pareja está realmente enamorada. He ayudado a escribir muchas cartas de amor y luego algunas de esas parejas a las que se las hago vienen y me invitan 'al mole' o a la fiesta de bodas pero nunca voy. No me gusta ir a las casas de mis clientes", dice, mientras saca de la máquina una hoja con términos legales recién terminada y se prepara para empezar una nueva.



Letras que llegan al alma...

Al preguntarle sobre la carta de amor que más le ha gustado escribir, Don José responde que, sorprendentemente, nada tiene que ver con el amor entre novios, sino con el que una madre siente por su hijo. Mientras sigue inmerso en su labor, relata:

“ Una señora, enternecida, porque su hijo había dejado las drogas y se había convertido en un padre ejemplar, me pidió que le ayudara a escribir un pensamiento para su hijo. ¿Qué pensó la humilde señora? Pues ir a una computadora, para que su escrito se viera bonito. Y bueno, ahí en (el local de) las computadoras, la mandaron para acá. Entonces, a mí la señora inmediatamente me impregnó de ese sentimiento que traía. Le escribí el pensamiento, y al terminar, lo leyó y lloró. Nunca me había sentido tan conmovido antes”.




“La computadora te da cualquier tipo de letra, pero el amor no se puede escrutar, sólo sentirse y expresarse”, concluye, mientras sus dedos siguen golpeando letra tras letra.

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