Pero, ¿que nos diría el médico si le decimos que la causa de nuestras dolencias es un rechazo? Probablemente no nos preste mucha atención y piense que somos maniáticas.
Sin embargo, un reciente estudio parece mostrar que los rechazos pueden afectar la salud física. Científicos de la Universidad de British Columbia, de la Universidad Brandeis y de la Universidad de California en Los Angeles han descubierto que las situaciones sociales estresantes--como una ruptura amorosa o el ser despedido de un trabajo--podrían afectar el sistema inmunológico.
En el estudio, que se realizó con un grupo de chicas adolescentes, se observó una asociación entre las experiencias de rechazo y el inicio de los procesos de inflamación en el cuerpo. ¿Querrá decir esto que en el futuro se inventarán una píldora contra los efectos nocivos de un rechazo?
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No creo que la ciencia y la medicina lleguen a ese punto. Creo que es mejor aprender a lidiar con los rechazos fortaleciendo la autoestima, ya que los rechazos siempre formarán parte de la vida.
He aquí lo que sugiero:
No nos miremos con los ojos de la persona que nos rechaza. A memudo enfatizamos demasiado lo que piensa y opina la persona que nos rechazó. Empezamos a vernos como nos ve esa persona y nos torturamos innecesariamente. ¡No nos rechacemos nosotras mismas! Pongamos nuestra atención en amarnos tal como somos.
Pasemos tiempo con las personas que nos quieren y apoyan. A menudo invertimos demasiado tiempo recordando el rechazo y nos olvidamos de las personas que sí nos quieren y celebran nuestras virtudes. Nutramos las relaciones que son positivas para nuestra autoestima y no le demos ni un ápice de nuestra atención a las personas que nos rechazan.
Recordemos que un rechazo no quiere decir que somos personas defectuosas. No vale la pena que nos echemos la culpa por haber sido rechazadas. Saquemos tiempo para recordar las cualidades que nos hacen mujeres extraordinarias. Recordemos nuestra grandeza.
Aprendamos a lidiar con el dolor de un rechazo de una manera saludable. No podemos negar que un rechazo duele, especialmente cuando se trata de un rechazo amoroso. Es necesario que nos demos tiempo y espacio para sentir el dolor, para llorar si es necesario. Pero no nos quedemos atascadas en las penas. Lloremos lo necesario y después sigamos adelante.
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